En principio parece una mezcla explosiva pero al contrario de lo que parece puede ser muy muy divertido ver crecer a nuestros hijos con el cariño, cuidado y lealtad de nuestras mascotas.
Mi perra Killa es la mejor hermana mayor que podría tener mi hija Candela. Cuando Candela nació mi perrita ya llevaba un año conmigo, la recogí en la calle. Ser mascota de una educadora canina no es nada fácil, el nivel de exigencia en casa es alto y Killa asiste pacientemente a todas mis clases, es mi ayudante favorita.
La llegada de la bebé supondría un gran reto para todos, en casa ya estaban Killa y Animus (el gran gato negro que convive conmigo desde hace 8 años y me despierta cada mañana con su “dulce” maullar), sería mucha responsabilidad para mi sola mantener una convivencia tranquila y respetuosa entre todos.
Al principio tuve que lidiar con los “celos”, mi atención se centraba básicamente en mi hija y Animus y Killa competían por conseguir unos cuantos mimos. Decidí aplicar aquello que llevo años recomendando a otras familias, y aplique la educación en positivo y montones de paciencia para que todos se sintieran cómodos.
Cada vez que la perrita o el gato se acercaban al bebé recibían premios y caricias (tenía botes con comida repartidos por toda la casa), nunca jamás aparté al gato cuando venía a olisquear a ese nuevo “ser” que hacía ruidos tan extraños y olía tan raro. Killa aprendió muy rápido que las caricias y el “buen rollo” estaban siempre al lado del bebé, no había manera de despegarlas. Su curiosidad se vio saciada pasados unos cuantos días y reinó la calma.
La regla de oro es: todo lo bueno acontece cuando está el bebé delante.
La cosa se complica cuando el bebé va creciendo, se mueve mucho más y pasa ha ser parte activa en las interacciones con los animales. En cuanto aprendió a utilizar sus manitas y cogerlo todo tuve que poner especial atención en que la perra no se sintiese molesta cuando la tiraba del pelo y que el gato no mordiese cuando le asustaba con los movimientos repentinos de la bebé. Seguí el mismo principio, estas acciones por parte de la bebé tenían que ser interpretadas por los animales como algo normal y positivo, así que cada vez que Candela tira del pelo a Killa yo digo “buena chica, sé paciente” y le doy comida o caricias. Con Animus hago lo mismo e intento enseñar a Candela a ser más suave con ellos (para mi esta es la parte más difícil).
Segunda regla de oro: nunca dejes solo al bebé con los animales.
Siempre tienes que estar presente. El perro, el gato o el bebé pueden reaccionar de manera inesperada y ser malinterpretadas sus señales, pudiendo romperse la buena relación establecida hasta el momento o peor aún llegar a hacerse daño. Los accidentes ocurren y tú debes estar allí para evitarlos.
Pero a veces Killa se lleva un tirón fuerte y se enfada y muestra los dientes y otras veces Animus mordisquea y sale corriendo cuando Candela le coge del rabo. Si, a veces pasa, y menos mal que pasa, de esta manera puedo enseñarles que ese comportamiento no me gusta. No hay castigos ni grandes dramas, a Killa le digo “ah, ah, para”, esto es suficiente para que se calme y acepte las siguientes “caricias” de mi hija con más paciencia (comportamiento que premio con comida, palabras tranquilizadoras y caricias). A Animus le intento desensibilizar al manejo más brusco con paciencia y comida, premiando que se quede en mi regazo tranquilo mientras le tiro un poquito del rabo, de las orejas o le zarandeo suavemente.
Por supuesto todas estas normas son para todas las visitas, amigos y familiares tienen que respetar nuestra forma de comunicarnos y no aceptamos en casa ni gritos ni castigos. Tampoco dejamos que nadie juegue de manera brusca con la perra, nada de juegos de fuerza y de morder, nada de persecuciones ni juguetes desperdigados por todas partes. Necesitamos que la perra en presencia de la niña esté tranquila. En el parque le damos todo el juego y la actividad necesaria.
De momento va funcionando, supongo que tendremos que ir readaptando la situación según vayan pasando los meses y Candela vaya creciendo, supongo que la clave está en mantener la paciencia y la calma.
Autora:
Virginia Gallego
Positive Dog Training Spain.
www.pdtspain.com
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